La Isla de Tabarca estuvo habitada esporádicamente desde la época romana, siendo conocida como Isla Plana. Su historia como asentamiento permanente de población empezó a mediados del siglo XVIII cuando el Rey de España liberó a un grupo de italianos que habían sido capturados por los turcos y que estaban presos en una ciudad de Túnez llamada Tabarka. Carlos III estaba preocupado por las incursiones de piratas berberiscos en la zona costera de Alicante y decidió que la “Isla Plana” podía proporcionar una solución a este problema: la construcción de una guarnición militar en la isla que pudiera servir de avanzadilla en la defensa de la costa alicantina. La presencia de una población permanente en la isla haría más difícil para los piratas invadirla.
En 1760 el rey trasladó a la isla a los antiguos cautivos italianos que la rebautizaron como Tabarca, y construyó para ellos casas alineadas en tres calles principales. También utilizó la piedra dorada disponible en un islote contiguo para construir una muralla fortificada, una iglesia y una torre militar en el centro de la isla. La idea original era construir un palacio así como estructuras monumentales para convertir la isla en una fortaleza impresionante.
Desgraciada, o quizás afortunadamente para Tabarca, el dinero se acabó y el interés del rey disminuyó. Solo se construyeron las estructuras de piedra que aún hoy se conservan y que son de gran belleza. Los habitantes de la isla tuvieron que ganarse la vida con la pesca y la agricultura (limitada a la parte deshabitada de la isla denominada “el campo”). La pesca del atún propició una época de bonanza para la isla que llegó a tener unos 500 habitantes con escuela, centro de salud y muchos negocios locales.
Al mismo tiempo, la escasez de agua potable y electricidad hasta finales del siglo XX protegió a Tabarca del desarrollo desordenado y la construcción masiva que han estropeado en gran medida la costa de Alicante desde los años 60. La isla fue declarada conjunto histórico-monumental en 1964, lo que protegió sus edificios históricos y permitió la reconstrucción de la muralla, y en 1986 se convirtió en la primera reserva marina del estado español, prohibiéndose la pesca. El turismo se convirtió en la principal fuente de ingresos de la isla y la población con residencia permanente empezó a disminuir, trasladándose progresivamente la mayoría de los tabarquinos a las ciudades costeras de Alicante. El resultado de estos factores ha sido la conservación de la Isla de Tabarca como el paraíso mediterráneo que es hoy.
Visitar Tabarca hoy en día es asomarse a un pueblo costero español de los años 50, con sus casas blancas alineadas, sus tiendas de toda la vida y una gastronomía marcadamente local. No hay coches ni carreteras asfaltadas. Tampoco existen bancos ni cajeros automáticos. Sólo quedan algunos pescadores que salen a faenar antes de que empiecen a llegar las tabarqueras llenas de bañistas sedientos de playa y preparados para disfrutar de las aguas cristalinas de la isla.
Las aguas de Tabarca son cálidas, transparentes y llenas de vida marina. Pueden verse todo tipo de peces y aves y los fondos marinos están llenos de una vegetación exhuberante. Aunque solo un par de docenas de personas viven en la isla durante el invierno, en verano se llena de turistas que visitan las playas, tiendas, restaurantes, galerías y tabernas. Por la tarde las pocas personas que pernoctan en la isla se juntan en el extremo occidental para disfrutar del espectáculo de la puesta del sol. También se puede pasear por playas casi desiertas o ver a los niños jugar en los parques sin preocuparse por los coches o por como encontrarán el camino de vuelta a casa.